Luz
martes, 12 de noviembre de 2013
Llueve
Aún llueve desde entonces. Y yo sigo mirando hacia arriba para
que esas gotas de lluvia sigan dañando mis ojos. Otra excusa para
derramar lágrimas, otra más. Y no se cuantas van. El daño ya está
hecho, y sin embargo las lágrimas aún permanecen. ¿Cómo deshojar
un libro que no está escrito? Así me siento yo. Quién ganó, quién
perdió, es algo que todavía me cuesta discernir... pero no es por
eso por lo que escribo esto. La soledad se cierne sobre mí con la
ausencia de un nuevo amanecer, con una esperanza de prados secos, con
la tristeza de un nuevo día. Las palabras son mi único acompañante
seguro, pues sé que no me dejarán hasta el final de la partida. O
sí. Me permito el lujo de dudar de todo, incluso de conceptos
absolutos. O mejor dicho, principalmente de éstos, porque todo
aquello que se muestre como tal tiene un alto porcentaje de que no lo
sea. Como ejemplo , digamos la amistad, digamos el amor, digamos la
libertad, digamos, digamos, digamos... ya basta, pues no hay consuelo
ni venganza suficiente, para un corazón dolido...
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